1018053 La hija del hombre más rico vio que el sacerdote taoísta no parecía una buena persona, así que se dio media vuelta y se fue
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Las mejores películas de acción de la historia
‘The Killer’ (El asesino) (1989)
El thriller más demencialmente elegíaco que jamás haya visto, que destila el entusiasmo de toda una vida por el cine negro americano y francés, con poca chicha aparte de la banda sonora y el aspecto de los tres guapos protagonistas. Empezó como un homenaje a Martin Scorsese y Jean-Pierre Melville, pero el ilimitado arsenal de pistolas y lanzacohetes parece haberse interpuesto en el camino. Jeff (Chow Yun-Fat, el mejor actor de Hong Kong), un asesino a sueldo exquisitamente trajeado, daña accidentalmente la vista de Jennie, la cantante de un club nocturno, mientras mata a tiros a una docena de gángsters. Se hace amigo de la chica, casi ciega, y decide aceptar un último trabajo para financiar el injerto de córnea que necesita. Hay media docena de mega-masacres por el camino, además de extraordinarios espasmos de sentimentalismo, romance y búsqueda del alma.
‘Arma Letal’ (1987)
¿Dónde estaría Mel Gibson sin Arma Letal, su gran éxito en Hollywood? Lo que sí sabemos es que el mundo se habría quedado sin uno de los mejores dúos de amigos de la historia del cine, por no hablar de varios de sus mejores chistes. La saga Arma Letal se descarriló bastante en entregas posteriores, pero la original sigue siendo una embriagadora explosión de nihilismo justiciero, que se deleita con escenas de consumo excesivo de drogas, ejecuciones y torturas (un tema que Mel retomaría con regularidad a lo largo de su carrera). Pero es en el equilibrio de estas escenas con la acogedora calidez suburbana de la vida familiar de Glover donde el guion (del entonces joven de 25 años Shane Black) encuentra su ritmo, y se convierte en algo más que otro beat-’em-up a todo gas.
‘Project A’ (1983)
La primera película de Jackie Chan que combinaba grandes acrobacias con acción a raudales, también cimentó su imagen en pantalla como el hombre corriente de Hong Kong por excelencia, un tipo de clase trabajadora que sólo quiere pasar el día y, tal vez, llevar a su novia a cenar. Que una banda de piratas no quiera que eso ocurra no es más que una complicación exasperante, como el tráfico en el centro de la ciudad. Ya se trate de una persecución en bicicleta por callejones, de columpiarse de una lámpara de araña o de casi romperse el cuello, el inagotable ingenio físico de Jackie frente a probabilidades abrumadoras es como una ducha refrescante para el alma.