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Canarias
Llena de barrancos que se precipitan al mar y de valles salpicados de palmeras y bosques milenarios, es la meca para los que ambicionan naturaleza, paisaje, desconexión, y una excelente gastronomía
Irene González
Con uno de los mejores bosques de laurisilva de Europa, y una naturaleza casi intacta, La Gomera es una caja de sorpresas para los senderistas, para los amantes del mar y de la vida submarina, y para los que huyen del mundanal ruido. Es reserva mundial de la biosfera, y doble patrimonio de la humanidad por la Unesco. Si La Gomera no existiera, habría que inventarla.
En la desconocida La Gomera no se han producido erupciones volcánicas en los últimos dos millones de años, así que la redonda y pequeña isla se desliza sosegada desde los 1.500 metros de su punto más elevado, el Alto de Garajonay, hasta el Atlántico. Un océano custodia una extraordinaria fauna marina y que dibuja unas magníficas playas urbanas de finísima arena negra y unas recónditas calas vírgenes desparramadas por toda la isla.
Para saborear sin prisas
Los 400 kilómetros de origen volcánico de La Gomera son los menos conocidos del archipiélago canario, y su hábitat es uno de los mejores conservados del planeta, quizá porque hasta hace un par de décadas a la isla solo se podía llegar en barco. Es tan genuina que la Unesco la ha declarado reserva mundial de la Biosfera, patrimonio por el que se pueden recorrer más de 60 senderos y rutas en bicicleta, todos bien señalizados y entre paisajes de fábula.
La Gomera es auténtica, es el lugar donde parece que el tiempo se detuvo hace siglos. En la isla cualquier carretera invita a detenerse para disfrutar de sus espectaculares acantilados, sus roques, sus barrancos, sus fértiles valles, sus senderos, sus brumas, y sus miradores con panorámicas imposibles.
San Sebastián de La Gomera, la capital
San Sebastián de la Gomera está llena de sorpresas y de mucha historia, porque de aquí partió Colón con sus marineros hacia una de las grandes aventuras del mundo. Además, por San Sebastián hay que perderse por su casco antiguo porque es una joya en forma de casas de colores, de balcones abiertos de madera y de patios de arquitectura tradicional.
En la capital hay que recorrer su Museo Arqueológico para saber cómo llegaron los primeros pobladores, cómo era su modo de vida, sus creencias y cómo utilizaban los recursos naturales para vivir.
Colón atracó para reabastecerse en la isla y partió de San Sebastián de La Gomera hacia nuevo mundo
También hay que ver la iglesia de la Asunción y la casa donde se hospedó Colón que hoy es el Museo Casa Colón. Y por supuesto la Casa de La Aguada, también conocida como la Casa de la Aduana uno de los monumentos arquitectónicos más importantes de la isla porque al parecer Colón se aprovisionó de agua antes de su gran viaje.
Según algunas teorías, Colón habría atracado en el puerto de San Sebastián de La Gomera para abastecerse de agua y víveres antes de salir hacia el Nuevo Mundo. Se cree que en la Casa de La Aguada se almacenaba agua en grandes tinajas de barro, y se presume que Colón habría llenado sus barriles de aquellas tinajas antes del gran viaje.
Y para descansar del paseo por San Sebastián hay que acercarse casi hasta la playa frente a la que se alza la torre del Conde. En esta fortaleza del siglo XV se refugiaron los poderes señoriales durante la rebelión de los gomeros. En aquella época junto a la torre había otras construcciones, pero hoy, la torre del Conde, que es monumento histórico artístico, es la única edificación de todo el conjunto que se mantiene en pie.
Garajonay, la joya de la corona
Garajonay es una fantástica reliquia en la que se esconde el último gran reducto de laurisilva. En 1981 fue declarado parque nacional, red natura 2000 como zona de especial conservación, y zona especial de protección de aves. Y en 1986 la Unesco lo declaró patrimonio mundial de la humanidad, así que se puede decir que es la joya de la corona gomera.
Garajonay es un superviviente de los bosques subtropicales que hace millones de años ocupaban casi toda Europa
Y lo cierto es que Garajonay es un prodigio de la naturaleza, un superviviente de los bosques subtropicales que hace millones de años ocupaban casi toda Europa. Es un fósil viviente de la era terciaria que con el paso del tiempo ha creado un gran hábitat, un ecosistema forestal con una tupida selva de laurisilva.
Tiene 4.000 hectáreas llenas de helechos, de musgos y líquenes que transportan casi al jurásico. Con un magnetismo especial y único, es un bosque intacto entre brumas, con grandes y prehistóricos árboles, y con una humedad y una temperatura tan suaves, que recorrerlo se convierte en una delicia.
Lo más singular de Garajonay es que genera mucha más agua de la que consume, ya que los vientos alisios, cuando se topan con las montañas, se enfrían y condensan su humedad sobre la vegetación. Es la llamada lluvia horizontal, que en La Gomera provee de unos 1.000 litros por metro cuadrado al año. Es un espacio protegido que resulta clave porque siempre recarga su acuífero, y por sus muchos arroyos con agua permanente.
Sobre el parque nacional sobrevuela su gran leyenda de amor, que cuenta que la princesa gomera Gara se enamoró del apuesto Jonay, un joven guanche que llegó desde Tenerife. Como los padres de la princesa Gara se opusieron a este amor, la pareja huyó hasta el pico más alto de la isla, y al verse acorralados por sus perseguidores, se abrazaron y se clavaron una lanza para morir juntos. Y por este amor imposible, la montaña se llamó Garajonay.
Una gran gama de paisajes
Aunque resulte increíble, los paisajes y tonalidades de la isla cambian continuamente entre los tonos rojizos volcánicos y los verdes imposibles de sus valles.
Entre el verdor de esta tierra sobresale el pueblo de Hermigua, una alfombra verde rodeada por dos laderas cuajadas de cultivo. Así que nada mejor que entretenerse en el parque etnográfico Los Telares, un mágico rincón entre palmerales, plataneras, mangos, papayeros, aguacateros y aloe vera. Pero, sobre todo, de palmeras guaraperas de las que se obtiene la savia de la miel de palma, todo un superalimento. Y también hay que detenerse en El Pescante, un antiguo embarcadero del año 1.900 por el que entraban y salían todos los productos que La Gomera producía o compraba al exterior.
Siguiendo hacia el norte se llega a Agulo, un pueblo que para muchos es el más bonito de la isla. Y lo cierto es que es una delicia de estrechas y empedradas calles, y de coloristas balconadas. En Agulo hay que subir al mirador de Abrante suspendido en el aire a más de 400 metros de altura sobre su pequeño valle que finaliza en el Atlántico.
El mirador tiene un voladizo de siete metros de largo, y su suelo y sus paredes son de cristal, así que recorrerlo es como pasear por el cielo, por lo que solo es apto para los más valientes. Es tan bello que está en la lista de los miradores más espectaculares del mundo desde donde se observa el océano en toda su plenitud, y donde casi se puede acariciar la isla de Tenerife y su Teide.
Otro lugar con encanto es Chipude y su monumento natural de La Fortaleza, que en tiempos prehispánicos fue un lugar sagrado y de rituales para los antiguos gomeros. Se ha constatado a través de la tradición oral, de la documentación escrita y sobre todo por la arqueología, que este macizo volcánico fue simbólico para los aborígenes desde tiempos prehistóricos hasta el día de hoy.
Y a menos de dos kilómetros de Chipude se llega al pequeño pueblo de El Cercado, donde las mujeres siguen trabajando la valiosa cerámica gomera con una técnica ancestral y que solo se conserva en la isla. Estas mujeres, conocidas como las loceras, moldean a mano y sin torno, y cuecen sus piezas sin horno, sobre el fuego vivo. Es una habilidad que desde tiempos inmemoriales se ha transmitido de madres a hijas. Así que para verlas trabajar hay que ir al Centro de Interpretación Las Loceras, donde además de conocer su historia, se pueden adquirir singulares piezas en su animado mercadillo.
Valle Gran Rey, el atardecer más bonito de Europa
El agua cristalina de Valle Gran Rey y su opulenta naturaleza lo convierten en un diamante para el senderismo, el barranquismo, la bicicleta de montaña, el parapente, el kayak y el buceo. La parte alta de Valle Gran Rey está arropada por los riscos de Tegerguenche y Mérica, donde vive el lagarto gigante de La Gomera, que precede a uno de los palmerales más frondosos del mundo. Este increíble paisaje que hay disfrutarlo desde el mirador del Palmarejo, una obra del genial César Manrique.
Y sus playas, con una finísima arena negra y un agua con una temperatura ideal, ofrecen un regalo inesperado al atardecer porque sus puestas de sol son unas de las más bellas de Europa. No hay mejor regalo que verlas desde la playa de La Calera, o en la zona de la Puntilla junto a la estatua de Hautacuperche, el famoso guerrero aborigen que se rebeló contra los castellanos.
Navegar entre tortugas bobas, calderones y delfines
En las aguas de La Gomera habitan una treintena de especies distintas de cetáceos, por lo que es un lugar privilegiado para su avistamiento. En la franja marina entre playa Santiago y Valle Gran Rey viven calderones que son muy fieles a estas aguas, así que es muy fácil y emocionante avistarlos. Y son impactantes porque los machos llegan a medir cinco metros y a pesar 1.500 kilos.
También es posible ver delfines, tortugas bobas y hasta cachalotes. Sin duda, navegar entre cetáceos casi a nivel del mar gomero es una experiencia que hay que vivir, al menos, una vez en la vida.
Recomendaciones
Tradiciones ancestrales. Además de reserva mundial de la Biosfera, la Unesco también ha declarado el silbo gomero patrimonio de la humanidad. Esta forma de comunicación aborigen la desarrollaron los primeros pobladores, las valientes tribus bereberes de Ghomara, que aquí se asentaron cuando los romanos las expulsaron del norte de África. El silbo gomero es un sistema de comunicación único en el mundo y fue utilizado por los isleños durante siglos para comunicarse en una tierra donde quedaban aislados por grandes barrancos. Afortunadamente, hoy es una asignatura más en los colegios, la mejor forma para conservarlo y valorarlo.
Y otra tradición que nació para salvar estos abismos, es la Astia, una especie de pértiga de madera con un extremo de metal, con que se apoyaban para saltar y salvar los grandes desniveles. Este medio tan antiguo de transporte está al alza como actividad de naturaleza y ocio, en forma de rutas y cursos de lo que hoy llaman el salto del pastor.
Dónde comer
El Puchero de Doña Efigenia. En Las Hayas, en una humilde casa de comidas que se ha convertido en el referente gastronómico, sirven el puchero con escaldón de gofio que ha conquistado el paladar de la mismísima Angela Merkel. El Puchero de Doña Efigenia es una venta que se remonta a los años cuarenta del siglo pasado, cuando empezó sirviendo platos tradicionales con productos de la tierra sin nada de carne. Obligatorio su potaje de berros y su limonada. Y además, es un lujo escuchar las historias de doña Efigenia, que a día de hoy, sigue saliendo a saludar a los comensales.
El Paraíso del Mar. En el Valle Gran Rey, este local de playa ofrece la mejor selección de pescado fresco. Increíbles sus croquetas de atún elaboradas según la receta familiar, y el aguachile de pescado, de pulpo o de atún.
Terraza restaurante Los Telares. En Hermigua, bajo los roques Pedro y Petra se come uno de los exponentes gastronómicos más característicos, el almogrote. Elaborado a base de queso curado de cabra y mojo picón nace en la más remota historia isleña. Todas sus ensaladas son un capricho, y sus platos vegetarianos están de diez.
Dónde dormir
Parador de La Gomera. Este magnífico alojamiento se funde con la naturaleza y tiene un jardín que es una joya de la botánica, donde es un privilegio disfrutar de la paz y del silencio entre palmeras y el océano.
Bancal Hotel & Spa. A escasos 10 minutos de San Sebastián de La Gomera y con vistas al vecino Teide, se ha construido sobre un edificio abandonado conocido como el mamotreto. Es todo un lujo que tiene por bandera la sostenibilidad y un modelo de vida tranquilo.
Cómo llegar
BINTER. Ofrece vuelos a La Gomera desde Gran Canaria y Tenerife.
También se puede llegar en barco con Fred Olsen y con la naviera Armas.