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Desde el mar
Una ruta por la costa noruega para contemplar los fríos paisajes de tierra y las alucinantes vistas del cielo

Los geógrafos no se ponen de acuerdo a la hora de fijar cuántos kilómetros tiene el litoral noruego. Los cálculos van desde los 25.000 km hasta el doble. Y es que este paisaje costero es una intrincada sucesión de acantilados, fiordos, islas y rocas. Un laberinto de entrantes y salientes para un mar que nunca se congela gracias a las cálidas corrientes del golfo.
En esa accidentada costa se asientan ciudades, pueblos pesqueros y las aldeas más remotas de Noruega. La comunicación entre ellos nunca fue fácil, ni por tierra ni por mar. De ahí que a finales del siglo XIX surgiera una compañía naviera dispuesta a unir norte y sur del país mediante una ruta rápida. Eso significa hurtigruten, ruta rápida.

En 1893 navegó el primer barco de la compañía entre la ciudad de Trondheim y Hammerfest, más allá del círculo polar Ártico. Pero con el paso del tiempo ese itinerario se fue ampliando hasta la ruta actual que navega entre Bergen, al sur, y Kirkenes en el gélido mar de Barents. Un itinerario de 2.500 millas náuticas que se hace tanto rumbo norte como rumbo sur. E incluso hay viajeros que optan por hacerlo completo en ambas direcciones.
No obstante, quizás dé mayor sensación de aventura remontando la costa noruega hasta alcanzar las latitudes más septentrionales. Así un cómodo crucero del siglo XXI tiene algo de intrépida exploración por los inhóspitos territorios del Ártico. Basta con asomarse a la cubierta para ver cómo van cambiando los tonos del paisaje o el tamaño de las poblaciones que se visitan.
Una vez que se sueltan las amarras en el puerto de Tromso, ya solo queda rendirse ante la naturaleza
Al inicio las escalas de los barcos Hurtigruten descubren atractivas ciudades como Alesund, famosa por su arquitectura art déco, o Trondheim, que guarda monumentos tan imponentes como el palacio real construido en madera y la catedral luterana construida en piedra. O la singladura se adentra en fiordos exuberantemente verdes como el de Hjorundfjord y tan angostos como el de Trollfjord.
Todo eso antes de atravesar la línea del círculo polar Ártico. A partir de este hito, el paisaje se pinta más de rocas y menos de bosques, más de nieve y menos de cascadas, más de aldeas y menos de ciudades. Todo es más salvaje y alcanza su máxima expresión en las islas Lofoten, donde los puertos de Stamsund o Svolvaer transmiten toda la belleza y también toda la dureza de estas tierras.

Tras ellas se siente que se navega rumbo de lo desconocido. Es verdad que antes de llegar se hace una larga parada en Tromso, considerada la capital del Ártico. Pero una vez que se sueltan las amarras en ese puerto, ya solo queda rendirse ante la naturaleza. Sea de día, contemplando el horizonte curvado desde el Cabo Norte, el enclave más norteño de Europa. O sea de noche, con la hipnosis de las auroras boreales, que todavía sobrecogen más a bordo, bogando bajo cielos despejados y lejos de la contaminación lumínica. Un fenómeno del firmamento nórdico que cuando se contempla merece por sí solo el viaje.
Cuaderno de viaje
Faros guiando el camino

Los cruceros por la costa noruega serían imposibles sin la presencia de imponentes faros, a veces situados en rocas absolutamente rodeados por el agua del mar. Ese es el caso del faro de Kjeungskajaer, una monumental baliza de color rojo que alcanza los 20 metros de altura y que se levantó allá por el año 1880.
Manjares del mar
El menú noruego sabe a mar. Su salmón y sus mejores bacalaos son conocidos en el mundo entero. Aunque quizás su mayor delicatessen sea el cangrejo real o arctic crab que puede alcanzar precios desorbitados en los restaurantes locales.

Atravesar el Círculo Polar Ártico
Solo es una línea imaginaria, pero el simbolismo de atravesarla y adentrarse en el círculo polar Ártico se convierte en uno de los momentos más emocionantes del viaje rumbo norte que hacen los cruceros Hurtigruten. Tanto es así que después se celebra una ceremonia de iniciación con todo el pasaje y se acredita el momento con un certificado del que presumir ante familia y amigos.
Recordando a Amundsen
El legendario explorador de las regiones polares Roald Amundsen está muy presente durante todo el itinerario. Un homenaje más que merecido al noruego que sobrevoló por primera vez el Polo Norte y también fue pionero en alcanzar el Polo Sur. Una celebridad que falleció en accidente aéreo, volando en hidroavión sobre el mar de Barents, en cuyas aguas descansa su cuerpo para siempre.

Bergen
La población de Bergen es el inicio de los cruceros con rumbo norte y supone el desembarco definitivo para los que lo hacen rumbo sur. Sea el principio o el colofón del viaje, esta preciosa localidad con sus históricas casas hanseáticas es una de las postales más reconocibles de Noruega.