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Murcia: así descubrimos la ciudad, de sorpresa en sorpresa

Escapada

La capital ‘murcianica’ nunca defrauda cuando se trata de abrazar ese ambiente cálido y monumental envuelto por la mejor gastronomía

Alberto Piernas

Suele pasar: entras en la panadería, te haces con un jugoso pastel de carne y el goteo te acompaña en lo que dura la travesía por el puente del río Segura. Tan solo una de las muchas bienvenidas que ofrece una ciudad de Murcia donde el buen comer se entrelaza con diversos patrimonios y monumentos que no te puedes perder.

Y es que uno de los muchos ápices que convierten a Murcia en una ciudad de lo más resultona es su capacidad para englobar el ambiente urbano con sus principales emblemas culturales. Sigue el aroma del zarangollo, prepárate para leer la historia con los pies, saluda a la sardina gigante incrustada en el río y disfruta de una capital tan hospitalaria como imperdible.

Qué ver, hacer y comer en la ciudad de Murcia

El origen de Murcia es algo difuso, aunque muchos apuntan a las grandes plantaciones del arbusto mirto en la ribera del río Segura como germen de su etimología. Capital de diversos reinos de taifas tras ser fundada en el año 825 por Abederramán II, la ciudad se incorporó a la Corona de Castilla como capital del reino de Murcia a mediados del siglo XIII. A partir de entonces, gran parte de su proyección se basó en el nacimiento de su primera universidad, fundada en 1272; y la influencia de la huerta que envuelve todos sus contornos.

Hoy, Murcia es una ciudad amable, donde las influencias de su historia se superponen e invitan a perderse entre callejuelas de cuento y barrios donde las mejores terrazas ofrecen una pausa mientras el río Segura vigila gran parte de su entramado.

Las calles Platería y Trapería, las dos más importantes del centro de Murcia, despliegan las tapas sobre la mesa

En cualquier caso, el mejor kilómetro cero de la ciudad de Murcia siempre lo encontramos en su imponente catedral, de estilos gótico, renacentista y barroco. Construida en el siglo XV, cuenta con un campanario de hasta 93 metros de altura – el segundo más alto de España, tras la Giralda de Sevilla -, su capilla de los Vélez y el sepulcro de Alfonso X El Sabio como principales hitos.

Solo entonces escuchas el bullicio de unataberna, estás cerca de las calles Platería y Trapería, las dos más importantes del centro de Murcia, y las tapas se despliegan sobre la mesa. Una pausa en la picoesquina (o esquina de la calle, vaya) a nadie le hace daño.

Y te vuelves a perder entre las calles, la historia te llama, y en el interior del casino de Murcia podrías bailar con otras épocas a través de una arquitectura de belleza envidiable, con el eclecticismo que evoca el salón neobarroco, las 20.000 láminas doradas de su flamante patio árabe, o una biblioteca convertida en símbolo social de Murcia desde su apertura en el siglo XIX.

También puedes acercarte al convento de Santa Clara, surgido de un antiguo palacio árabe reconvertido en alcázar y posterior monasterio; o el mercado de las Verónicas, edificio modernista construido entre 1914 y 1922 en la principal plaza de abastos de Murcia y perfecto caleidoscopio de esa sabrosa huerta en forma de diversos puestos. Pero siempre, con los puentes y el arte de cruzar como hilo conductor: ya sea a través del puente Viejo, o puente de los Peligros, el más antiguo de la ciudad; o el puente de hierro, conocido como puente Nuevo, los cuales se despliegan sobre un río Segura cuyo aspecto renovado invita a realizar una ruta de kayak como mejor atajo panorámico a todas las maravillas locales.

Y volver a pararse, quizás pasear por los jardines del Malecón, tomar un helado en el Tontódromo -como llaman cariñosamente al paseo Alfonso X-, ir de compras por las tiendas y boutiques de calle Jabonerías, o hacerte con libros de segunda mano en Libros Traperos o La Mandragora, ambas en la plaza de Obispo Frutos. ¡Ay!, las plazas de Murcia.

La plaza de las Flores es otro buen oasis gastronómico donde dejarse caer y disfrutar de las mejores tapas entre puestos de venta de flores. Por su parte, la plaza de Santa Eulalia engloba diversas tabernas entre las que destacan Tándem o El Albedrío, además de otros templos del buen comer donde sucumbir a todas las delicias murcianas: desde unos jugosos michirones hasta patatas con limón, esa joya de la huerta llamada zarangollo, la ensalada murciana, o la trinidad de aperitivos formada por la marinera -base de ensaladilla rusa montada sobre una rosquilla crujiente y una anchoa- ; el matrimonio -o la prodigiosa unión entre una anchoa (salmuera) y un boquerón en vinagre-, o los caballitos -langostinos rebozados-.

Quizás corras el riesgo de enlazar con la comida, aunque siempre puedes seguir la ruta entre museos como el Salzillo o el arqueológico. Incluso seguir merodeando entre los bares de la plaza de Santo Domingo antes de decantarte por una de las joyas monumentales ubicada en las afueras de la ciudad: el monasterio de la Fuensanta, santuario ubicado a 5 kilómetros del centro, en los montes de la cordillera Sur. Uno de los puntos de peregrinaje más importantes para los murcianos y también de los mejores miradores de la ciudad y la vega.

Es media tarde y vuelven a sonar las campanas, pero el sonido de los cubiertos, los aromas, el ajetreo te llaman de nuevo. Buscarás un bar, una taberna, quizás vuelvas a entrar a esa panadería donde medir los paseos devorando un pastel de carne que siempre se desborda.

La guinda

Palacio Ibn Mardanís

Desde el pasado 5 de noviembre, ya es posible visitar el renovado alcázar de Ibn Sad o castillejo de Monteagudo, residencia del rey taifa murciano Ibn Mardanís en el siglo XII y ubicada a tan solo 5 kilómetros del centro de Murcia. Una buena excusa para visitar esta atracción de la ciudad y punto de partida de las rutas turísticas en torno a las fortalezas del Rey Lobo, esenciales para comprender la historia de la Murcia medieval. Durante los sábados y domingos de los meses de noviembre y diciembre será visitable para el público en general, gracias a las rutas Visitas guiadas al Palacio de Ibn Mardanís (Castillejo), Guardianes protectores de la huerta, Actividad didáctica en Monteagudo, y Yoga y Meditación en las Fortalezas del Rey Lobo. La inscripción está abierta en la esta web.