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Escapadas
La capital húngara ha reconvertido antiguos edificios olvidados en lugares de moda: espacios vibrantes llenos de arte y música

Vitalina Koshevaya
A la luz del día, Budapest enamora con sus tranvías naranja, sus puentes coloridos que conectan las dos orillas de la ciudad –Buda y Pest– y su arquitectura que entrelaza el neogótico del Parlamento con el funcionalismo soviético en un vibrante mosaico de estilos. Cuando cae la noche, la capital húngara se transforma como un escenario donde, al levantarse el telón, comienza un nuevo acto. Sus actores principales son los ruin bars (romkocsma en húngaro), un reflejo vivido de la historia de Budapest y de su espíritu rebelde. Estos bares no son simples lugares donde tomar un trago, son un fenómeno de la ciudad, estrechamente conectado con su pasado trágico.
El distrito VII, también conocido como Erzsébetváros o barrio judío, fue testigo de los años más oscuros que vivió Budapest en el siglo XX. Durante la ocupación nazi y el régimen colaboracionista húngaro, el área se convirtió en un gueto donde miles de judíos estuvieron confinados antes de ser deportados. Cuando la guerra terminó, las huellas del Holocausto eran evidentes: edificios dañados, familias desaparecidas y una comunidad rota. Aunque algunos judíos regresaron después de la guerra, otros muchos emigraron, dejando atrás todo lo que tenían, y el barrio entró en un período de decadencia. Los edificios, algunos de gran valor histórico, quedaron abandonados o sin mantenimiento.
Lo que para algunos era una muestra del declive urbano, para otros fue una oportunidad para crear algo extraordinario
Durante muchos años nadie se atrevía a invertir en una zona marcada por el deterioro. Sin embargo, lo que para algunos era una muestra del declive urbano, para otros se convirtió en una oportunidad para crear algo extraordinario.
Szimpla Kert
El caos orquestado: así se define Szimpla Kert, el pionero de los ruin bars en Budapest. Nació a principios de los 2000 de la mano de unos jóvenes soñadores de mucha imaginación, pero pocos recursos. Querían un lugar para celebrar fiestas y eventos accesibles para todos y lo encontraron en una antigua fábrica de estufas con un amplio jardín interior. A falta del presupuesto para remodelar o amueblar el lugar, cada uno aportó lo que pudo, y poco a poco el bar fue adquiriendo una estética ecléctica y artística, donde cada elemento parece sacado de su propio universo, pero de alguna manera encaja a la perfección.
Al entrar, las escaleras de caracol te llevan a unas salas de diferentes tamaños, cada una con su temática. En sus paredes y rincones conviven elementos históricos y modernos. Objetos vintage como una pantalla del televisor colgada del techo, una bañera que sirve de sofá, un robot bailando dentro de una cabina telefónica o sillas que se usan de macetas.
Szimpla Kert es mucho más que un bar, es una obra colectiva sin etiqueta
Szimpla Kert es mucho más que un bar, es una obra colectiva sin etiqueta. Cada rincón es una sorpresa, y puedes visitarlo una y otra vez sin dejar de descubrir nuevos detalles. Además de ser un lugar de encuentro para budapestinos, turistas y estudiantes de Erasmus, Szimpla aprovecha su popularidad para promover la cultura húngara, ofreciendo una máquina expendedora de discos de músicos locales.
Se invita a los visitantes a dejar su huella con un rotulador que pueden comprar allí mismo, añadiendo sus propios trazos a paredes que gritan mensajes de vida, amor y amistad. Aquí hay espacio para todo: mercados de agricultores, conciertos íntimos, exposiciones de artistas locales y proyecciones de cine. Fue aquí, en este entorno vibrante, donde comenzó la historia de los bares en ruinas, un fenómeno cultural que transformaría para siempre el alma del barrio judío.
Mazel Tov
El concepto que está detrás de los ruin bars es sencillo: aprovechar lo que ya existe, darle un toque creativo y convertirlo en un espacio de encuentro. Los fundadores de Mazel Tov fueron más allá. Inaugurado en 2014, este bar se convirtió en uno de los más sofisticados de la ciudad. El edificio donde se encuentra originalmente fue una sinagoga que pasó años cerrada. Los dueños, inspirados por el concepto de los ruin bars, decidieron darle una nueva vida, pero con un toque diferente: combinar la estética de un bar en ruinas con elementos de la cultura y tradición judía. Esta fusión lo impregna todo: desde el nombre del bar hasta la carta.
El nombre “Mazel Tov” es una expresión hebrea que significa “buena suerte” o “felicidades”. En las paredes del local se exhiben obras de arte que hacen referencia a la cultura y a la historia del pueblo judío. Y mientras que otros bares ganan en encanto por la noche, este destaca también a plena luz del día, siendo ideal para un almuerzo relajado debajo de un jardín vertical. Su oferta gastronómica fusiona platos mediterráneos con la cocina israelí, así que seguro que encontrarás algo nuevo. El espacio se extiende en varias áreas interconectadas: una zona más íntima y tranquila, perfecta para charlar, y otra, con música en vivo y actividades, que se anima por la noche.
Instant-Fogas
A tan solo unos pasos de Mazel Tov, se encuentra uno de los bares en ruinas más grandes y populares de la ciudad – Instant-Fogas. Tanto Szimpla Kert como Instant-Fogas desbordan las fronteras de lo convencional y rompen la imágen que podríamos tener de un bar típico. La historia de Instant comenzó en 2009 como un pequeño bar en ruinas con una sola sala, pero rápidamente creció hasta convertirse en un complejo de fiestas y cultura con 7 salas de diferentes ambientes musicales, 18 bares y una gran terraza.
En sus primeros años acogió un teatro underground y varias exposiciones, pero la música, siempre presente, se convirtió en su corazón palpitante. Ahora este universo sonoro es una visita obligatoria para quienes buscan sumergirse en la auténtica vida nocturna de Budapest. Pero ojo, al ser tan popular y tener acceso gratuito, al igual que todos los bares en ruinas, Instant atrae no solo a fiesteros, sino también a carteristas.
Csendes Vintage Bar
En este bar te sientes como un escritor para quien cualquier retazo de conversación tiene el potencial de inspirar un nuevo capítulo. Las paredes están cubiertas de apuntes y cartas, los manteles de colores vivos se asemejan a fragmentos de un sueño surrealista y las lámparas multicolores proyectan sombras danzantes sobre las mesas. Este bar, a diferencia de otros de ambiente festivo, es un lugar más tranquilo para una cita o una charla con un amigo que llevabas siglos sin ver.
El edificio que hoy alberga Csendes Vintage Bar tiene raíces en el imperio austro-húngaro. Ha cambiado de manos a lo largo del tiempo, pero nunca de esencia: siempre ha sido una cafetería. Tal vez por eso, al entrar, sientes que todo está en su lugar. Tomes lo que tomes, una taza de café o una cerveza fría, y vayas como vayas, con un vestido elegante o con ropa deportiva, este lugar abraza a todos por igual.
Grandio Jungle Bar
Aunque no es tan ostentoso como otros bares en ruinas de Budapest, el Grandio Jungle Bar ofrece un refugio perfecto para aquellos que buscan socializar sin las multitudes ruidosas. Situado en un edificio histórico de 170 años, el bar ha preservado su carácter antiguo, con un diseño sencillo pero encantador con grafitis de artistas locales modernos. En su jardín interior, bajo los árboles decorados con guirnaldas luminosas, se crea un ambiente mágico que recuerda al mundo de Alicia en el País de las Maravillas. Además, el espacio alberga un party hostel, lo que lo convierte en un punto de encuentro para viajeros jóvenes de diferentes países.
No olvides probar el palinka, una de las bebidas más tradicionales y apreciadas de Hungría que no puede faltar en ninguna visita a un bar local. Fuerte y afrutada, la palinka ofrece un sabor intenso que puede ser desafiante para quienes no estén acostumbrados a las bebidas alcohólicas fuertes, pero para los húngaros es una parte esencial de su identidad cultural y gastronómica.
Púder Bárszínház
Púder Bárszínház es uno de los bares en ruinas más artísticos, un espacio que combina gastronomía con eventos culturales que van desde el teatro y la música hasta exposiciones de arte y presentaciones literarias. Su ambiente teatral hace honor a su nombre que se traduce como “teatro bar de polvo”. Desde que entras, sientes que estás en un escenario. Las mesas y sillas –no hay dos iguales– recuerdan a personajes secundarios que esperan su turno para decir su línea. Las esculturas extravagantes parecen congeladas en medio de un acto surrealista. Los balcones integrados en el diseño interior como palcos reservados, ofrecen una vista privilegiada al espectáculo humano que discurre abajo, con cada visitante representando su propio papel en esta obra.
La gastronomía de Púder también forma parte del espectáculo. Su carta combina lo mejor de la cocina húngara contemporánea con toques internacionales, transformando recetas tradicionales como el gulash o el asado de pato en experiencias innovadoras. Sin duda, aquí te sentirás como el personaje principal, esperando el aplauso final al terminar tu plato.