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El panteón real de San Isidoro es apodado ‘la capilla Sixtina del románico’
La portada principal destaca por su estilo arquitectónico repleto de simbología y, como la catedral, cuenta también con diversas puertas destacadas. En el interior, la nave desprende paz y armonía, presidida por un monumental retablo renacentista.
El panteón real de San Isidoro es, sin duda, uno de los monumentos más destacados de la ciudad. Apodado la “capilla Sixtina del románico”, alberga en su interior el más extenso y mejor conservado conjunto de pinturas murales románicas de Europa. Estas pinturas, que cubren paredes, bóvedas y arcos, enmarcan las tumbas reales de reyes y reinas del Reino de León, así como de infantes y condes.

El panteón real forma parte del museo de la colegiata, que ofrece también piezas importantes de arte medieval, entra las que destaca el cáliz de doña Urraca, una obra de orfebrería medieval con dos piezas de ágata romanas. Además, hay una completa colección de arquetas relicario, auténticas obras de arte datadas en diferentes siglos.
De los romanos al Renacimiento
La muralla romana, que defendía la ciudad y de la que se conservan aún muchos fragmentos, es otro de los atractivos de la ciudad. Algunas torres fueron derruidas hace años, pero afortunadamente el proceso se detuvo al ver la importancia de conservar el trazado y la perspectiva original. Actualmente, es una de las zonas más espectaculares de la ciudad, con las formas abombadas de las torres sobresaliendo de la pared defensiva.

Cerca de allí, la plaza Mayor concentra todo el encanto de las plazas con soportales, casonas y mucha historia. Allí se encuentra el edificio del antiguo consistorio y, como reflejo de los mercados medievales que se celebraban, ahora se citan los productores del campo para vender productos de proximidad.
Diversos palacetes dejan testimonio de la arquitectura palaciega del renacimiento español, como el palacio de los Guzmanes o el palacio del Conde Luna, este con orígenes medievales. En otros palacetes arriesgaron más, como en la casa Botines, encargada a Antoni Gaudí, que construyó un edificio neogótico concebido para el negocio de tejido en la planta baja y viviendas en las plantas restantes, y donde Gaudí pudo experimentar algunas de las técnicas que luego desarrollaría con más profundidad.

Un poco alejado del centro, pero en la salida natural de la ciudad, camino de Compostela, el enorme complejo conventual de San Marcos se alza imponente con su larga fachada plateresca. Admirando la fachada, la escultura de un peregrino medieval sentado mientras descansa sus pies ayuda a viajar en el tiempo hasta el momento en que este edificio era la sede principal de la Orden de caballería de Santiago para el Reino de León. Esta antigua hospedería del siglo XII para los peregrinos fue reconstruida en el siglo XVI y fue también cárcel, donde pasó cautiverio Quevedo. Actualmente, es un parador nacional.
La ruta de las tapas
Pero no solo de cultura vive el hombre y la mujer. En León se puede disfrutar de uno de los barrios más famosos de España para deambular a la búsqueda de la tapa más sabrosa y el vino con más cuerpo. El barrio Húmedo es toda una institución en la ciudad, que acude casi como en un ritual para recorrer las callejuelas medievales del casco antiguo, ahora repletas de bares, tascas, restaurantes y tabernas para todos los gustos y sabores. La plaza de San Martín es el epicentro del barrio, un lugar bohemio y divertido.
En el barrio Húmedo León se deambula a la búsqueda de la tapa más sabrosa y el vino con más cuerpo
Muy cerca, la tranquila plaza del Grano es uno de los lugares más encantadores de la ciudad, con toda la plaza empedrada, la fuente en el centro, la fachada de un convento y los árboles que dan sombra y acogen al visitante. Y es que, además de visitar los monumentos históricos y culturales, y de disfrutar con todas las actividades de ocio, uno de los placeres de León es el de perderse por sus callejuelas y descubrir pequeños rincones escondidos donde disfrutar del silencio y la contemplación.