MIRA LA RESEÑA DE LA PELÍCULA DEL PRÓXIMO EPISODIO
El diseñador del Fiat Multipla sale en defensa del coche que más divide de los últimos tiempos: “no tenía que gustar a todos”

7 feb. 2025 10:17h.Compartir
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El monovolumen fue un coche muy controvertido y ha sido carne de memes, pero su creador defiende que, a su manera, era un automóvil perfecto.
Siempre se dice que para gustos los colores y que, a nivel estético, decidir si un coche es bonito o no es algo muy personal. Cada uno tendrá sus propias preferencias, pero sí que es cierto que, cuando se hacen listas de los coches más feos de la historia, hay un nombre que suele estar presente en todas ellas: el Fiat Multipla.
El modelo italiano siempre ha sido visto como el patito feo y usado como saco de boxeo por mucha gente, tanto que de manera paralela y por oposición, se ha generado una pequeña legión de defensores a ultranza.
Es, a todas luces, un coche que dividide opiniones, pero, ¿qué opinión merece la pena más escuchar que la del hombre que lo diseñó? Nuestros compañeros de TopGear.es han tenido la oportunidad de hablar en el Heritage Club del ‘Centro Stile’ de Stellantis en Turín con Robert Giolito, el hombre de cuyos lápices surgió la leyenda (negra o no, según el punto de vista) del Multipla.
Y su respuesta directa no tiene pérdida, puesto que considera que se trata de un coche perfecto.
“No era un coche global que tuviera que gustar a todo el mundo y se incidió más en su lado práctico”, explica señalando que fue un automóvil concebido para un mercado muy concreto, el europeo, y dando con la clave del automóvil que, concebido en una era en la que los monovolúmenes todavía reinaban, buscaba ser una alternativa muy práctica en unas dimensiones muy compactas.
Es precisamente a eso a lo que se refiere cuando dice que es un coche perfecto, pues lo dice viéndolo desde el aspecto puramente espacial.
Su tamaño exterior era bastante contenido, con una longitud de tan solo 3.995 mm, pero el interior era realmente espacioso, siendo lo más representativo de esto el hecho de que es uno de los pocos coches de la era moderna que tienen seis plazas repartidas en dos filas, una configuración que es toda una rareza.
Pero no solo eso, pues también destaca la gran visibilidad de su creación, que es bastante notable en los 360 grados alrededor del vehículo, algo que se logró gracias a la combinación de paneles muy pequeños y grandes superficies acristaladas.
De hecho, defiende su obra de manera muy firme: “A todos los que son tan críticos con este coche les invitaría a probarlo. Estoy convencido de que enseguida se darían cuenta de su gran confort, amplitud y manejabilidad”.
Y es que, concebido como coche práctico familiar, la verdad es que muy pocos coches de la época podían hacerle frente: recordemos que hablamos de seis plazas en un vehículo que tenía menos de cuatro metros de largo y que, para ponerle la guinda, además tenía un maletero bastante capaz, con un volumen de 430 litros.

Eso no quita que a nivel visual fuera algo difícil de mirar, sin embargo, su peculiar estética seguía la clásica fórmula de que “la forma sigue a la función”, algo en lo que realmente destacaba, y, además, erra tan extraño que también le hacía destacar e incluso se ganó el favor de los más atrevidos.
Desde el punto de vista del diseño cuesta defenderlo, porque a efectos prácticos parece un coche que esté conformado por dos mitades distintas pegadas por el medio. La inferior es más o menos convencional, pero a partir de la cintura parece como cuando hay que hacer un trabajo conjunto y cada parte del equipo hace lo suyo y luego lo juntan.
Esos faros adicionales en la base de los pilares A son irrepetibles, pero le dan un carácter único. Y es que, ahí va algo curioso, cuando en su segunda generación, debido a las críticas recibidas, se eliminaron sus particularidades y se pasó a una imagen más convencional, el resultado fue un automóvil completamente anodino que “ni fu ni fa”.

Como últimos datos, su gama de motores tampoco fue nada del otro mundo, pero cumplía a la perfección con su concepción general: ofrecer propulsores prácticos y solventes que cumplieran sin mucho problema.
Así, el bloque de acceso era un gasolina de 1,6 litros que desarrollaba unos humildes 103 CV de potencia, mientras que también podía montar una alternativa diésel que comenzó su andadura con 110 CV y que más adelante recibiría una ligerísima mejora que le llevó hasta los 116 CV. En cualquiera de los casos, únicamente estuvo disponible con una caja de cambios manual.