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Comparativa ayer y hoy: Mercedes 230 SL vs Mercedes-AMG SL 63

Redacción AUTO BILD

4 feb. 2025 12:45h.Compartir

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Juntamos al Mercedes-AMG SL 63 y el 230 SL en un elegante encuentro familiar. Nada menos que 60 años separan a estos dos modelos icónicos.  

Las mejores historias son aquellas que surgen espontáneamente. En julio tuvimos un Mercedes-AMG GT 63 y un Mercedes-AMG SL 63 en la redacción. Justo en ese momento volví a encontrarme con un amigo de mis padres, por primera vez en años. Después de un breve paseo en el GT, se me ocurrió la idea: “Oye, ¿cómo está tu SL? ¿Funciona?” 

“Vaya pregunta. Por supuesto que funciona… después de todo, está guardado con esmero en el garaje y se cuida meticulosamente. Solo la mejor cera, exclusivamente lavado a mano, ya sabes”, me responde, “Tengo también el nuevo SL aquí, ¿te gustaría una sesión de fotos ‘ayer y hoy’ para AUTO BILD?”  

El clima es perfecto, el fotógrafo está disponible, ¿por qué no? Un pequeño paseo por el campo, algunas fotos… Hemos pasado jueves peores. Y no podría decir con certeza cuál de los dos SL llamó más la atención ese día. Probablemente fue el antiguo, pero también la creación más reciente de Mercedes tiene el talento de fascinar a las masas.  

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VÍDEO: El Mercedes SL cumple 70 años, ¡un coche fascinante!

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Un poco de historia

Muy parecido a lo que su ancestro logró en su época. Ya en su presentación en 1954, el 300 SL era un ícono, un sueño para muchos, pero que solo unos pocos podían permitirse. Su descendencia directa de los coches de carreras lo hacía fascinante, pero al mismo tiempo inalcanzable. Se necesitaba un deportivo más accesible. Aunque lo de “accesible” es relativo.  

Así nació el más pequeño 190 SL. En su época, el cabrio con techo duro y capota de tela costaba lo que hoy equivaldría a unos 53.000 euros. Apenas diez años después de la guerra, no era una compra que cualquiera pudiera permitirse. 

Pero quien podía, obtenía un cabrio que, aunque visualmente seguía claramente la línea del 300 SL, con sus 1.180 kg hacía honor a sus siglas “Super-Ligero”, aunque con 105 CV no podía continuar con la tradición deportiva del 300. Necesitaba 14,3 segundos para alcanzar los 100 km/h, y la configuración básica del roadster basado en el Ponton-190 apenas tenía que ver con la conducción deportiva.  

El Mercedes W 113 y el R 232 comparten filosofía 

Aquí es donde el W 113 y el moderno R 232 coinciden en su filosofía básica, pues mientras el recién desarrollado “Pagoda” debía reemplazar simultáneamente al carísimo 300 SL Roadster y al más popular 190 SL, el AMG SL tiene un propósito similar.  

Durante años, Mercedes ofreció tres modelos descapotables de alta gama: el SL, el GT Roadster y el Cabriolet de la Clase S. Con el cambio de modelo, el último se ha retirado, y también entre el SL y el GT descapotable había margen de sinergia.  

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Darte de alta

El R 231 estaba muy lejos del GT en términos de rendimiento, mientras que la versión abierta del GT era, para un cabrio, demasiado extrema. El objetivo era fusionarlos en uno solo, con un enfoque a medio camino entre ambos modelos, sobre una plataforma completamente nueva.  

En el caso del moderno SL, Mercedes obtiene incluso un beneficio adicional, ya que la plataforma de este deportivo también se utilizará en el nuevo GT. Ambos son, por tanto, híbridos entre dos mundos: cruceros con talento deportivo, pero no deportivos puros.  

Uno de los grandes objetivos en el desarrollo del W 113 era alcanzar la prestigiosa velocidad máxima de 200 km/h. Sin embargo, debido a su diseño de carrocería angular, el coeficiente aerodinámico no era favorable, por lo que el motor 220 originalmente planeado tuvo que ser revisado a fondo.  

Un inconveniente aerodinámico importante también fue el techo de Pagoda, atrevido pero no exento de polémica. Mediciones contemporáneas mostraron que el SL con techo rígido alcanzaba los 198 km/h, mientras que con la capota de tela cerrada llegaba a 202 km/h. No se pudo determinar con certeza si la diferencia se debía al peso (el techo rígido pesa casi 50 kg) o a la forma.  

Mientras que la motorización del W 113 evolucionó con los años, el nuevo SL llega con múltiples opciones desde el inicio: un cuatro cilindros con la denominación 43 (421 CV) y cuatro versiones del conocido y apreciado V8 biturbo de 4.0 litros. El 53 ofrece 476 CV, el Pro unos potentes 612 CV. La versión híbrida enchufable GT 63 S E Performance alcanza incluso unos descomunales 816 CV de potencia máxima. En el centro de la gama está nuestro coche de prueba de hoy: el clásico con la denominación 63 y 585 CV.  

Mercedes 230 SL: el elegante ancestro  

El 230 SL fue sustituido a finales de 1966 por el 250 SL, que mantenía la misma base mecánica y, por ello, los mismos problemas térmicos que el original.  

Debido al diseño del bloque motor, las paredes entre los cilindros 1 y 2, 3 y 4, y 5 y 6 eran más delgadas, lo que generaba una distribución desigual del calor, haciendo que el motor fuera críticamente sensible a la temperatura.  

Este problema solo se solucionó con el 280 SL, gracias a una distribución uniforme de los cilindros. Precisamente por esta razón, el anterior propietario de nuestro ejemplar reemplazó el motor original del 230 SL por un 280. Esto debió suceder algunos años después de su matriculación en 1966, pues el actual dueño compró el coche en 1974, ya repintado en rojo oscuro y con interior blanco.  

Tras casi 20 años de disfrute, decidió restaurarlo a su estado original. Fue una restauración extensa, con mucho trabajo propio y algunas tareas delegadas a especialistas. Una particularidad es su interior meticulosamente restaurado. Sobrevivientes con esta combinación de colores son escasos, y el revestimiento de cuero sintético es original y está en estado impecable.  

Lo que ha acabado con muchos interiores similares es la exposición directa al sol. Este SL pasó la mayor parte de su vida en un garaje, protegido de los rayos UVA.  

En carretera, con su enorme volante de baquelita con aro de bocina cromado aplanado en la parte superior, se siente más bien como un barco carguero en comparación con los estándares actuales. Los recorridos de la caja manual de cuatro marchas son largos, pero el seis cilindros responde vivazmente al acelerador y mueve las 1,3 toneladas sin problemas.  

El sonido: suave y discreto, pero con una armonía tan perfecta que podrías escucharlo todo el día. Esta generación del SL sigue equilibrando la elegancia de un viajero con toques deportivos.  

Mercedes-AMG SL 63: el rebelde con aspiraciones dinámicas  

El AMG SL 63 tiene un enfoque completamente diferente. Modos de conducción como “Sport”, “Sport+” y “Race” revelan su carácter dinámico, y su sonido retumba sin filtros en el habitáculo.  

Frenos cerámicos tras llantas forjadas de 21 pulgadas aseguran una frenada contundente, mientras que los asientos deportivos AMG sujetan donde en la Pagoda nos deslizaríamos de un lado a otro.  

Pero el W 113 no pretende eso: después de casi 60 años, ha ganado el derecho a una conducción más relajada, dejando la rudeza al joven SL 63.  

Conclusión  

Casi 60 años separan a estos dos roadsters de la estrella. Compararlos sería absurdo, así que simplemente disfrutamos de ambos por lo que son: fantásticos deportivos con un encanto inigualable.