
Solo te queda soñar con ellos.
Los presupuestos a la hora de comprar un coche son tan variados como personas hay en el mundo. La mayoría de los mortales optamos a un modelo generalista o premium, mientras que los más adinerados pueden pensar en el sector de lujo. Eso sí, solo unos pocos pueden plantearse en serie comprarse uno de estos 5 coches que cuestan más de 1.000.000 de euros.
Porsche 911 GT3 R Rennsport: 951.000 euros (antes de impuestos)

Empezamos ajustándola al palo, puesto que este modelo es tan “barato” que pasa muy justo del límite del millón de euros. De hecho, antes de impuestos se queda por debajo del mismo, pero con las cargas impositivas en prácticamente todos los países se sitúa por encima.
Está basado en el 911 GT3 R, pero con una vuelta de tuerca que hace que sea tremendamente especial. Su carrocería está embrutecida, corona la zaga un descomunal alerón, calza llantas de 18 pulgadas y su interior es el propio de un modelo de competición.
Aunque la base mecánica es la del mencionado 911, no se ha creado siguiendo ninguna normativa de homologación para ninguna categoría, lo que ha permitido que el motor 4.2 bóxer atmosférico de seis cilindros desarrolle nada menos que 620 CV y sea capaz de funcionar con gasolina E25, es decir, que tiene un 25% de etanol.
Se nos había olvidado decirlo, es un modelo que solo puede conducirse de manera legal en circuito. Además, quien quiera hacerse con uno tendrá que darse prisa, puesto que solo van a fabricarse 77 ejemplares.
Hispano Suiza Carmen: desde 1,5 millones de euros
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Hay un representante español en la lista, un modelo que ha supuesto el resurgir de un icono como Hispano Suiza, reinterpretando su clásico enfoque elegante y llevándolo a la era moderna al convertirlo en un coche eléctrico.
El Carmen normal tiene un precio de 1,5 millones de euros, pero la marca ha puesto sobre la mesa una apuesta todavía más cara, un Carmen Boulogne que, limitado a 5 unidades, tiene una tarifa de 1,65 millones… antes de aplicar impuestos.
En cualquiera de los dos casos se disfruta de una llamativa estética, así como un de un intrincado y lujoso habitáculo, pero es el segundo el que saca más punta a un apartado mecánico brutal: 1.114 CV y 1.600 Nm que se mandan a las ruedas traseras para acelerar de 0 a 100 km/h en 2,6 segundos.
Además, con una batería de 80 kWh de capacidad, anticipa 400 km de autonomía.
Bugatti Chiron: desde 2,5 millones de euros
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El Chiron seguramente sea el modelo más conocido de la lista, puesto que ha sido el buque insignia de la marca durante la última década.
En ese tiempo ha tenido tiempo de presentar versiones de todos los colores, así como bastantes modelos basados en él, todos ellos con dos rasgos en común: ser más especiales que el vehículo “base” y, en consecuencia, ser también más caros, lo que tiene mérito si tenemos en cuenta que hablamos de un punto de partida de 2,5 millones de euros.
La palma se la llevó el Bugatti La Voiture Noire, un ejemplar único en el mundo que, teóricamente, costó 11 millones de euros.
Lykan Hypersport: 3 millones de euros
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El Lykan Hypersport es conocido, sobre todo, por la mítica escena de ‘Fast & Furious’ en la que salta de un rascacielos a otro en Dubái como quien va a comprar churros un domingo por la mañana.
Aunque sea el mayor highlight de su carrera, también es uno de los modelos más exclusivos del mundo de la automoción, un superdeportivo del que se anunció una producción de siete unidades… que sorprendentemente tuvieron bastantes problemas para venderse.
¿Cómo fue posible? Parece ser que la unidad de pruebas preparada para que la probaran los clientes antes de confirmar su compra no iba todo lo fina que debería, lo que hizo que muchos pretendientes se echarán atrás a la hora de la firma.
Quizá a ello también ayudara el hecho de que, bajo su espectacular diseño, su mecánica no fuera “nada del otro mundo”, relativamente hablando en comparación con coches de precios similares: motor bóxer 3.7 de seis cilindros que desarrollaba 751 CV y 960 Nm de para acelerar de 0 a 100 km/h en 2,8 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 385 km/h.
Rolls-Royce Droptail: entre 20 y 30 millones de euros
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Cerramos la lista por todo lo grande, con un modelo cuyo precio específico no ha salido a la luz (ni nunca lo hará seguramente), pero que podemos poner en un término medio de 25 millones de euros.
¿Por qué dar una estimación y no una tarifa concreta? Básicamente porque no solo hay un Droptail, Rolls-Royce va a crear una tirada limitada de cuatro unidades, cada una de las cuáles ha sido personalizada y creada en conjunto y según los gustos de su comprador, por lo que en función de lo exquisito que se ponga, la factura puede engordar hasta límites insospechados.
Por el momento se han desvelado tres ejemplares: La Rose Noire, Amethyst y Arcadia. Falta uno por conocerse, pero no hay duda de que rallará a un gran nivel.
Por hacernos una idea, en el Arcadia, el último que ha salido a la luz se han utilizado 233 piezas de madera cuyo tratamiento y montaje supuso 8.000 horas de trabajo. Puede parecer mucho, pero hay que tener en cuenta que en el desarrollo del modelo, desde los primeros bocetos al producto final, se han invertido cinco años.
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Etiquetas: Superlujo
Los residentes se preguntan si “merece la pena” vivir en Alsacia mientras los visitantes navideños bloquean las calles

Derechos de autor Office de Tourisme de la Vallée de Kaysersberg
Por Eloise Stark
Publicado 23/12/2024 – 6:00 CET
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Este artículo se publicó originalmente en inglés
Las ciudades de cuento de Alsacia se enfrentan al problema del turismo de invierno.
“Vamos, el siguiente”, ladra la vendedora del mercado mientras me pone en la mano un vaso de vino caliente con aroma a canela y me hace señas para que avance. Hay una cola de veinte minutos detrás de mí, así que comprendo que la reputada hospitalidad alsaciana no tenga espacio para brillar en el abarrotado mercado navideño de Estrasburgo.
En esta ciudad y sus alrededores, diciembre es la época más turística del año con diferencia, con más de cinco millones de pernoctaciones registradas en las últimas cinco semanas de 2023.
El País de la Navidad sufre bajo la presión de los visitantes
Al fin y al cabo, Alsacia se describe a sí misma como el “país de la Navidad”. En un lenguaje algo florido, la oficina de turismo de la región escribió que las ciudades locales se convierten en “cuadros vivientes”, donde los puestos de los mercados venden pan de jengibre y vino caliente con el telón de fondo de “las risas adoradoras de los niños” y los “encantadores” cantos de villancicos.
Sin embargo, para muchos lugareños, esta magia navideña se ha convertido en una maldición, que plaga sus ciudades y pueblos de aglomeraciones intransitables, atascos y calles ruidosas.

“Hay momentos en los que físicamente no puedes moverte entre la multitud en estos mercados navideños”, afirma Daniel Ehret, profesor de guías turísticos y habitante de Alsacia.
“Hay largas colas por todas partes. Incluso he visto peleas en los baños”. Ehret recuerda un angustioso incidente con una anciana que, al no poder llegar a tiempo al baño, tuvo un accidente. “Es un ejemplo extremo de las escenas de sobreturismo que vemos, pero lo que ha quedado claro es que hemos llevado estos mercados al límite”, afirma.
Los mercados navideños de Alsacia se gestionan ahora con cuidado
Desde hace varios años, los alsacianos han expresado su preocupación por esta masificación, que dificulta aparcar, pasear e incluso dormir, ya que los mercados navideños suelen ir seguidos de ruidosas juergas nocturnas.
Varios pueblos y ciudades han tomado iniciativas para limitar las aglomeraciones: Estrasburgo reconfiguró su enorme mercado navideño en quince secciones más pequeñas repartidas por la ciudad. Kayserberg ha limitado el tamaño de sus mercados, mientras que la ciudad de Colmar ha publicado un calendario de aglomeraciones similar al de los parques temáticos.

“La gente puede ver cuándo el mercado estará tranquilo y elegir venir en esas fechas”, dice Éric Straumann, alcalde de Colmar. “Hasta ahora, hemos notado un ligero aumento de gente durante las horas de menor afluencia, lo que significa que se ha producido una ligera salida nocturna de visitantes”, añade.
Colmar también ofrece autobuses a los pueblos cercanos y sus mercados navideños más pequeños, aunque estos lugares también sienten la presión de la masificación y sobreturismo.
La Navidad es “una época estresante para los habitantes”.
El pueblo de Riquewihr está sacado de un cuento de hadas, con sus coloridas casas de entramado de madera rodeadas de colinas cubiertas de viñedos. Pero durante el mes de diciembre, a sus 1.050 habitantes anuales se unen 450.000 visitantes.
“Es una época estresante para los lugareños”, dice Daniel Klack, alcalde de Riquewihr. “La temporada navideña requiere mucha paciencia”. Para hacer frente a este problema, Klack ha limitado el tamaño del mercado a 43 puestos repartidos por todo el pueblo. El ayuntamiento también ha organizado un aparcamiento a pocos kilómetros, con lanzaderas que llevan a los visitantes al centro.

Un sistema similar funciona en la cercana localidad de Kayserberg. Christophe Bergamini, director de la oficina de turismo del valle de Kayserberg, señala que los visitantes siguen intentando acercarse lo más posible al pueblo y a menudo aparcan sus coches a lo largo de la carretera principal. “Esto crea tráfico, además de problemas de seguridad, ya que hay muchos peatones caminando por esta carretera tan transitada”, afirma Bergamini.
Sin embargo, Bergamini se resiste a utilizar el término “turismo excesivo“. “Lo que tenemos en Kayserberg son momentos de gran afluencia de gente”, afirma. “Sobre todo los sábados por la tarde y al anochecer, cuando la gente sale a ver las luces de Navidad… pero no tiene nada que ver con la situación de Barcelona o Dubrovnik“, afirma con firmeza.
Los visitantes invernales hacen que los alsacianos se cuestionen dónde viven
Esta masificación durante los meses de invierno afecta sin duda a la calidad de vida de los lugareños, ya que Ehret explica que influyó en su decisión de dónde vivir. “Cuando compré una casa, sabía que tenía que evitar el centro de ciudades como Riquewihr“, explica. “Y no soy el único. La gente se pregunta si merece la pena vivir en estos bonitos centros urbanos”.

Para Ehret, la situación está llegando rápidamente a su límite, y afirma que serán necesarias medidas más extremas. “En algún momento, las ciudades no podrán absorber más turistas. Y tendrán que limitar el número, como Venecia“, añade, refiriéndose a los planes de la ciudad italiana de cobrar una entrada para limitar el número de visitantes.
En muchas ciudades se ha hablado de cobrar entrada a los mercados, pero las autoridades se muestran reticentes. Es una “falsa buena idea”, según Straumann, que explica que crearía un cuello de botella en las distintas entradas a la ciudad, lo que provocaría grandes colas que resultarían incómodas tanto para los lugareños como para los visitantes.
También está la dificultad de sellar todas las entradas a los cascos antiguos, como señala Bergamini. Klack está de acuerdo: cobrar por la entrada “no está en el espíritu del acontecimiento. Haría que el mercado pareciera un parque temático”.
Una cosa es segura: el problema de la masificación no desaparecerá pronto. La mayoría de los mercados navideños de Alsacia ya no realizan campañas publicitarias, pero su fama sigue atrayendo a visitantes de Francia y del extranjero. Sean cuales sean las medidas adoptadas para hacer frente a las aglomeraciones, los alcaldes coinciden en una cosa: en lo que va de año, las cifras son más altas que nunca.